lunes, 30 de mayo de 2011

REEMPLAZO DEL PRESIDENTE

 En el proceso de estructuración política de la sociedad,  el hombre del siglo XXI  está acercándose a sus legítimas aspiraciones  personales y sociales: vivir con libertad, y poder ser actor en la organización de la sociedad y en el reemplazo del gobernante,  que en Argentina es el Presidente. Esto es lo natural y aceptado en todos los países institucionalmente organizados.
 En Argentina, grotesca y perversamente, el gobernante y sus acólitos calumnian a los que quieren reemplazarlo, atribuyéndoles  propósitos desestabilizadores, ser secuaces de gobiernos extranjeros y de la sinarquía, y medrar con la miseria del pueblo. No acepta sus falencias. Las enormes facultades que la Constitución otorga al Presidente las usa para sustentarse. Es el absolutismo, que los pueblos rechazan, como sucede en los países árabes.
  El sistema presidencial argentino, dificulta el reemplazo del presidente cuando pierde apoyo ciudadano, lo que genera tensiones sociales y que el gobernante se incline a la arbitrariedad, despreciando la democracia y deteriorando la armonía social.  
El presidencialismo hay que reformarlo para responder a la demanda del pueblo.

Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
segundarepublica@fibertel.com.ar

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viernes, 27 de mayo de 2011

GRAN CACIQUE Y JEFES TRIBALES

 La organización de las “Autoridades de la Nación”, decretada por la Constitución argentina, se asemeja estructuralmente a la de los pueblos indígenas: el cacique era “jefe supremo” y los jefes tribales le respondían; debían defender la comunidad, arreglar los conflictos internos, el pueblo los controlaba y los designaba un grupo de notables. Era una meritocracia.   
 Nuestra Constitución se degradó al permitir el acceso al poder a corruptos y abusadores, a los que incitan los conflictos internos, al imposibilitar el  control por el pueblo y que al Presidente lo seleccionen caudillos zonales o corporativos, muchas veces sin idoneidad, interesados en usufructuar  del poder.  El pretendido equilibrio de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, y el  federalismo son ficciones  inalcanzables. 
El presidencialismo argentino es políticamente fatal para el progreso de los pueblos, como lo es su derivación provincial, el “gobernadorismo”, que pretende instaurar gobernadores eternizables.
El sistema de autoridades de la Nación de la Constitución de 1853/60, fue un ideal que los hechos lo  pervirtieron en su espíritu.
Para que el país no recaiga en manos de nuevos autócratas, debe reformarse la Constitución, que no es un dogma intocable, sino un instrumento ajustable a la evolución y experiencia política. 

Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
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lunes, 23 de mayo de 2011

LA POLÍTICA EN PAÍSES ORDENADOS O EN CRISIS

Todas las sociedades siempre tienen necesidades insatisfechas, porque el hombre es un eterno insatisfecho. Nunca existirá la sociedad perfecta. La propuesta política debe ser distinta si el país está ordenado cultural e institucionalmente o si está en crisis. En el primer caso, la dirigencia resuelve las insatisfacciones con arte político, mesura y sin alterar las bases culturales.

En la crisis, la sociedad urge resolver la emergencia y recibe dos propuestas: a) la de políticos ignorantes, irresponsables o malvados que con falsedades ofrecen resolverla mágicamente y atacando a inventados responsables, y b) la de los que piensan que las crisis son inevitables y congénitas con la evolución social, que enseñan como evitar su repetición y que solo se pueden superar con esfuerzo y tiempo. La primera propuesta crea esperanzas para las urgencias, aunque no las resuelve. La segunda no es convocante.

Argentina lleva décadas de crisis económicas y sociales sin resolver. Falta el mensaje a la ciudadanía que defina el camino para superar la crisis sin tensiones sociales y generar la prosperidad del pueblo, que pasa inexorablemente por aumentar la producción de bienes y exportarlos al enorme y creciente mercado mundial.

Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

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miércoles, 18 de mayo de 2011

IMPUESTOS Y CORRUPCIÓN

En la distribución del ingreso nacional, el Estado y las distintas corporaciones sindicales, piqueteros, madres, etc., se quedan con casi el 50% del ingreso nacional. Con el otro 50% debe subsistir la gran mayoría de la población, empobrecida, pobre o indigente y algunos ricos.

Recaudadores de impuestos estiman que la evasión es del orden del 20/30% de lo recaudado, convertida ya en cultura nacional. El sistema impositivo argentino destruye el fruto del trabajo de los argentinos y, como nadie puede evitarlo, aparecen decenas de millones de evasores, incluyendo a recaudadores y tributaristas. Las leyes son ilegítimas, escuelas de corrupción, desorden y burla al orden legal e institucional.

Como las leyes impositivas vulneran derechos humanos, la ciudadanía extiende el cuestionamiento a toda la legislación y se agrava el proceso de corrupción. Es la anomia, la ausencia de ley y la degradación de las normas sociales.

Revertir el deterioro social e institucional, requiere una profunda reforma impositiva, redimensionar el gigantismo estatal corporativo y eliminar la autocracia presidencial.

Dr. Marcelo Castro Corbat

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lunes, 16 de mayo de 2011

PARALIZANTE IMPUESTO A LAS GANANCIAS

La integración del capital con el trabajo produjo el sensacional progreso de la civilización que vivimos en el siglo XXI. Seguir con las ideologías que hace 200 años los enfrentaban, es irracional. No es posible crecer sin invertir capital e incorporar tecnología, y el trabajo ya no es tracción a sangre, sino intelectual. Entorpecer el desarrollo de cualquiera de ellos afecta el bienestar general.

Políticos y oficinistas defienden los impuestos para sostener el gigantesco gasto público. El llamado “a las ganancias”, se creó con la ficción de distribuir burocráticamente el ingreso nacional, que se evapora por la dilapidación, el latrocinio y la corrupción del Estado.

La tasa nominal del impuesto es 35%, pero como la inflación es cercana al 30%, la tasa efectiva se eleva al 45% de las utilidades reales de las empresas, destruyendo su capacidad de capitalizarse e invertir. Los asalariados sufren los efectos en sus ingresos.

El impuesto a las ganancias debe ser rediseñado por paralizar la inversión e impedir la prosperidad de los argentinos. Hasta tanto se modifique, las inversiones de los contribuyentes en la producción de bienes, infraestructura, educación, vivienda y salud, deben ser computables como pago a cuenta del impuesto a las ganancias.



Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

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miércoles, 11 de mayo de 2011

POLÍTICAS NACIONALES, DE ESTADO O DE GOBIERNO

Hay diferencias de jerarquía en las políticas que rigen a los países, que tienen directa incidencia en su ordenamiento social e institucional, su integración territorial y demográfica, las estrategias para construir el futuro y para superar problemas coyunturales.

POLÍTICAS NACIONALES son las del pueblo: defensa nacional, libertad individual, reglas morales, paz interna y un proyecto social prometedor. Están en el corazón de los hombres, los que lucharán hasta imponerlas.

POLÍTICAS DE ESTADO son las operativas sectoriales, ajustadas a las anteriores, que delega la ciudadanía en técnicos del Estado y del sector privado, para asegurar los servicios que requiere la sociedad.

POLÍTICAS DE GOBIERNO son las coyunturales, de corto plazo, para encauzar las alteraciones inevitables que produce la evolución social. Estas políticas son las que gobiernan a Argentina: circunstanciales a las urgencias, priorizando políticas electorales y la corrupción sobre razones técnicas y sin resolver los conflictos y requerimientos de la sociedad. Es nuestro desorden.

Argentina carece de políticas Nacionales que convoquen a la ciudadanía y políticas de Estado para proveer los servicios requeridos por la sociedad. Es un país sin rumbo, viviendo en la coyuntura del culebrón político.



11/5/11

Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

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lunes, 9 de mayo de 2011

EL CONGLOMERADO MÁS RICO DE ARGENTINA

Alguien se queda con la riqueza que producen los argentinos, tema que debe clarificarse. El Estado, y la corporación sindical, perciben por impuestos directos, indirectos, aportes, contribuciones sociales, etc., el 44,5% del producto bruto interno, que es el total de los ingresos que genera el país. El 55,5% queda para la población, que debe gastar tiempo y dinero para cumplir trámites burocráticos

Ese conglomerado es el que se queda con la mayor porción de los ingresos, sin mejorar a la sociedad. La dilapidación, la ineficiencia, la corrupción, el crimen organizado, la ausencia de control de gestión, la incapacidad para ordenarse y la intervención burocrática deformadora de la actividad del sector privado, son sus características. Mientras esta patológica distribución del ingreso se mantenga, los lamentos y lloros para mejorar a los pobres y para que los argentinos prosperen serán inútiles.

El gigantismo del deteriorado Estado, sus empresas deficitarias y la poderosa corporación sindical, son la causa de la pobreza del pueblo y del retraso en el progreso del país. Solo los ciudadanos, ejerciendo su derecho constitucional de gobernar, podrán ordenar al Estado para que el país prospere.


Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

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jueves, 5 de mayo de 2011

AMNISTÍA GENERAL

La existencia de presos políticos que están muriendo en las cárceles argentinas es una aberración social, moral, generadora de odios y destructora de la paz interna. El gobierno constitucional elegido por la ciudadanía, ordenó aniquilar a los guerrilleros, asesinos solapados y traicioneros; se desató la guerra; los ahora presos cumplieron con su deber y se vieron envueltos en una lucha sin cuartel, sin misericordia, donde todo valía. Hombres de honor, como el Presidente Videla, cumplieron su deber. No se fugaron del país.
El Art. 75 Inc. 20 de la Constitución Nacional dispone que corresponde al Congreso… “conceder amnistías generales”. Los argentinos, salvo una reducida minoría violenta, han superado los horrores sufridos en la guerra fratricida y necesitan vivir en armonía. La mayoría opositora puede proponer la ley de amnistía general, y el pueblo sabrá quienes desean la paz interna y quienes no. Alternativamente “puede someter a consulta popular el proyecto de ley” de amnistía, que “no puede ser vetada” y “si el voto es afirmativo lo convertirá en ley” (Art. 40).

Los terroristas y filo terroristas en el poder utilizan todo el imperio del Estado para ensañarse con los que los vencieron. Violan la Constitución y las leyes con argucias, pero no son inmunes. La crispación debe terminar para que los argentinos reconstruyan el bienestar general y la prosperidad del pueblo.

5/5/2010

Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

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martes, 3 de mayo de 2011

DESARROLLAR LOS TALENTOS

La sociedad mejora si los ciudadanos pueden desarrollar sus talentos. Si el contexto político-institucional no lo permite, el cuerpo social empeora. Es la historia del avance de la civilización.

El talento es la capacidad de una persona para el ejercicio de una actividad. Cada persona, por causas neurológicas o fisiológicas tiene sus propios y distintos talentos, pero para que se desarrollen mejorando a la sociedad, cada una debe esforzarse y trabajar para perfeccionar su obra, desde la más modesta a la más destacada.

Nuestro país anula o destruye talentos con las burdas ficciones de justicia social o estado de bienestar basadas en que:- la sociedad es intrínsecamente injusta, dando a algunos lo que quita a otros, y que:- solo el Estado puede corregir esa injusticia. Los países que fueron políticamente pervertidos con esos mitos, impidieron el progreso social. En el caso argentino, empeoró a la sociedad y es causa del escándalo público de la indigencia. Además, transformó al Estado en un organismo incapaz y enfermo de corrupción.

Parafraseando: desarrollar los talentos para mejorar la sociedad requiere una disciplina tenaz y paciencia. El bienestar social lo produce el trabajo del hombre: nunca vendrá del cielo ni del Estado.


Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

segundarepublica@fibertel.com.ar



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lunes, 2 de mayo de 2011

DERECHA E IZQUIERDA

En todos los países y consiguientemente en todas las sociedades, existen dos corrientes de pensamiento: la que prioriza la intervención del Estado para superar las desigualdades sociales y la que sostiene que el progreso personal solo se alcanza con esfuerzo y prioriza la libertad individual, las que en la jerga política se las denomina la izquierda y la derecha. En política, no existe la verdad absoluta.

El ordenamiento social, político e institucional requiere la presencia de las dos corrientes. En Argentina, la derecha desapareció del escenario político y los que coinciden con el pensamiento son vilipendiados y evitan expresarse.

El mensaje adjunto titulado “Soy de derecha” del Dr. Enrique G. Avogadro, expone pensamientos de derecha que deben difundirse para que se llene el actual vacío político.



Dr. Marcelo Castro Corbat

Centro Segunda República

segundarepublica@fibertel.com.ar





Soy de Derecha



“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones, y no en las próximas elecciones”

Winston Churchill



En un momento en que todos nuestros políticos -los de izquierda, por convicción, y los otros, por conveniencia- huyen despavoridos cuando se les pone este mote, he decidido terminar, al menos en lo que a mí respecta, con los circunloquios y asumirme como tal.



Soy de derecha porque creo en la imperiosa necesidad de constituirnos, de una vez por todas, en Nación; esa que, desde la Independencia hemos estado buscando y nunca hemos encontrado. Porque creo en que debemos dejar de ser sólo copropietarios de un edificio (nuestro territorio), regido por un reglamento de copropiedad (la Constitución Nacional y las leyes) que no respetamos y al cual hemos convertido en letra muerta.



Soy de derecha porque creo en la familia tradicional como piedra basal de la sociedad. Porque creo que la naturaleza ha sido lo suficientemente sabia como para pretender corregirla o torcer sus designios.



Soy de derecha porque creo en la necesidad de la definición de una política exterior coherente y permanente, y en el respeto a los demás estados del mundo, para ser igualmente respetados.



Soy de derecha porque creo en la vigencia de los derechos humanos, pero de todos los humanos, y no solamente de los que piensan como yo. Porque creo que esa actitud debería llevar a la Argentina a condenar, olímpicamente, a los regímenes de Libia, Venezuela, Cuba e Irán, pero también a aquéllos que, en el país, los violen, cualquiera sea el motivo que invoquen y sean de derecha o de izquierda.



Soy de derecha porque creo en la necesidad de la verdadera división de poderes, para que éstos, desde sus respectivas funciones, se controlen entre sí y eviten los abusos sobre los ciudadanos. Porque creo en la indispensable recuperación e independencia de los organismos de control, y en el respeto a los mismos. Porque creo que debe terminarse con la corrupción, entendiéndola como bicéfala pues, cada vez que un funcionario cobra, hay alguien que paga.



Soy de derecha porque creo que los políticos que aspiren a administrar la cosa pública deben respetar, estrictamente, las promesas de campaña, dejándolas explicitadas clara y públicamente al asumir sus cargos, y ser juzgados por sus incumplimientos; las modificaciones coyunturales que se presenten como necesarias, deberán ser sometidas a plebiscitos no obligatorios.



Soy de derecha porque creo en la necesidad de terminar ya mismo con las “listas sábanas”, reemplazándolas por la lista única. Porque creo en el voto electrónico, como un instrumento indispensable para evitar fraudes y trapisondas, ya que su libre ejercicio es esencial a la condición de ciudadano.



Soy de derecha porque creo en la libertad de prensa y de expresión, sujetas solamente al cumplimiento de la ley. Porque creo en la necesidad de que el Estado cuente con canales propios de difusión de su labor, con control parlamentario, pero no en que esos medios se transformen en propiedad de quienes, circunstancialmente, gobiernan. Porque creo en la obligación de transparencia en el reparto de la pauta publicitaria estatal, en todos los niveles de la administración.



Soy de derecha porque creo que es indispensable que sólo pueda existir una única renovación en los mandatos, en todos los rangos de la administración pública y hasta en aquellas organizaciones que, sin ser estatales, son públicas, como los sindicatos y las asociaciones patronales.



Soy de derecha porque creo que la Justicia debe hacer cumplir la ley, estrictamente, a todos los ciudadanos, sin distinción de posición económica o color político. Porque creo que sólo podremos tener ser libres y tener un destino común si todos, sin excepción, nos convertimos en esclavos de las normas que rigen nuestra convivencia.



Soy de derecha porque creo en el derecho, y no en la venganza y, menos aún, en la vigencia de una pseudo Justicia tuerta. Porque creo que la sociedad debe exigir a los jueces, de todo nivel pero, sobre todo, a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, el respeto a los sagrados principios de legalidad, de ley penal previa, de inocencia y de cosa juzgada.



Soy de derecha porque creo que los ciudadanos respetuosos de la ley deben ser protegidos, sin cortapisas, de aquellos que la violan y los convierten en víctimas. Porque creo en el necesario respeto a los derechos de los demás, en especial a circular y a expresarse libremente.



Soy de derecha porque creo que los jueces locales, fiscales y defensores públicos deben ser elegidos por sus vecinos, en pueblos y barrios de ciudades. Porque creo que eso permitiría descomprimir seriamente a la Justicia mayor, dándole rapidez y eficiencia. Creo en la necesidad de cubrir, inmediatamente, los cargos judiciales vacantes mediante concursos transparentes y públicos, y en la necesidad de dotar al Poder Judicial de un presupuesto propio y autónomo.



Soy de derecha porque creo en la propiedad privada. Porque creo que ésta no puede estar sometida al capricho de quienes gobiernan ni ser pasto de la voracidad de los poderosos de turno.



Soy de derecha porque creo en la palabra empeñada. Porque creo en el respeto irrestricto a los contratos –en especial, los internacionales- firmados en libertad; sobre todo, creo que esos contratos, aún aquéllos en los cuales una de las partes sea el Estado, deben ser cumplidos a rajatabla.



Soy de derecha porque creo esencial que las tareas públicas deben ser ejercidas por funcionarios probos, especializados y bien pagos, pero sometidos a verdaderos “juicios de residencia” al dejar sus funciones, cualquiera sea el cargo desempeñado. Porque creo en la necesidad de contar con una escuela de administración pública, de la cual salgan quienes deberán ejercer todos los cargos no políticos del Estado.



Soy de derecha porque creo que, cuando los funcionarios tienen el poder de representar al país, no puede desconocerse el mandato otorgado por quienes los ungimos, ni los acuerdos firmados en su ejercicio. Porque también creo que, como cualquier mandatario, deberán responder por los excesos en que hubieran incurrido respecto a las facultades otorgadas.



Soy de derecha porque creo en la indispensable reforma del sistema impositivo, para permitir que éstos sean una real contraprestación del eficiente cumplimiento de los deberes del Estado con los ciudadanos y se evite la verdadera confiscación vigente que, por su desmesura, promueve la evasión y la elusión. Porque creo que, pagando todos, pagaremos menos.



Soy de derecha porque creo necesaria una nueva ley de coparticipación federal, que dé a cada uno lo suyo en forma automática y sin necesidad del poder central.



Soy de derecha porque creo que la policía debe ser el instrumento de la legítima y monopólica violencia en manos del Estado. Porque creo que, como en cualquier sociedad humana, debe existir la condena y el castigo para quienes violan las normas de convivencia, pero con celosa vigilancia de la legitimidad en el ejercicio de esa violencia.



Soy de derecha porque creo que la cabeza local de la policía, sea en pueblos o barrios, debe ser elegida por los ciudadanos con su voto periódico, y residir en la jurisdicción. Porque creo en la “tolerancia cero”, que comience por las faltas más pequeñas para terminar en las más graves. Porque creo que una sociedad debe vivir con ley y con orden.



Soy de derecha porque creo en la necesidad de contar con fuerzas armadas eficientes y altamente profesionalizadas para proveer a la defensa nacional, equipadas con material actualizado y bien pagadas. Porque creo que, hoy, la integridad nacional se vincula tanto a la protección de nuestra plataforma continental cuanto a la lucha contra el narcotráfico internacional.



Soy de derecha porque quiero fronteras seguras para mi patria, con una amplia cobertura de radar y la autorización de derribo a los aviones que rehúsen identificarse y cumplir las instrucciones que se les impartan.



Soy de derecha porque creo en la inmigración. Pero, también, porque creo que ésta debe ser regulada y planificada, exigiendo a quienes aspiren a vivir en nuestro suelo el cumplimiento de los requisitos que la propia sociedad acuerde imponerles.



Soy de derecha porque creo en que el Estado, como expresión de la sociedad, debe planificar la migración interna, fomentando el camino inverso a la concentración en los grandes centros urbanos, y repoblar el país entero.



Soy de derecha porque creo que el principal deber que una sociedad tiene con sus integrantes es la educación pública, con la mayor excelencia posible. Porque creo que es el único instrumento apto para que una sociedad, en conjunto, pueda progresar y desarrollarse.



Soy de derecha porque no creo que el ingreso irrestricto a las universidades sea el camino para lograr recuperar nuestra educación. Porque creo que la sociedad, en su conjunto, debe cumplir la obligación de planificar el destino de sus recursos para brindar verdadera igualdad de oportunidades a todos sus ciudadanos, pero también ejercer el correlativo derecho de fomentar el estudio de las carreras que el país necesita para su crecimiento y desarrollo.



Soy de derecha porque creo que la universidad gratuita sólo beneficia a los privilegiados. Porque creo en que los exámenes deben ser rigurosos y exigentes y, por supuesto, descreo de facilitar, con más oportunidades, la promoción de los estudiantes.



Soy de derecha porque creo en el principio de autoridad de los maestros y profesores, y descreo del gobierno tripartito –casi cuatripartito, por la participación de los no docentes- de las universidades. Porque creo que los estudiantes deben estudiar y, si desean hacer política, deben trabajar en ella en sus horas libres, sin perturbar a los demás.



Soy de derecha porque reniego del derecho atribuido a los centros de estudiantes de participar de la designación de profesores y maestros, y creo que las “ocupaciones” deben ser consideradas infracciones penales y, como tal, reprimidas. Porque creo que debe volverse al sistema de amonestaciones para castigar la inconducta de los educandos.



Soy de derecha porque creo que los maestros deben estar muy bien pagos, pero exigirles presentismo estricto y actualización pedagógica permanente. Porque creo que es imposible impartir enseñanza en el siglo XXI con métodos, conocimientos y herramientas de cien años atrás.



Soy de derecha porque creo que el Estado debe proveer salud pública, gratuita y de excelencia, a todo aquél ciudadano o residente legal que lo necesite. Pero también porque descreo de la teórica necesidad de abrir irrestricta y gratuitamente las puertas de nuestros centros de salud a quienes no lo sean.



Soy de derecha porque creo que el Estado debe facilitar el acceso general a una vivienda digna, pero no regalarla, pues ello debilita a los principios del necesario esfuerzo y del merecido progreso.



Soy de derecha porque creo que debe existir un plan para evitar que los ciudadanos caigan en la pobreza y salgan inmediatamente de la indigencia, pero exigiendo contraprestaciones laborales reales y obligaciones escolares y de prevención sanitaria para los menores.



Soy de derecha porque creo en que debe cuidarse la estabilidad de la moneda, desterrando la inflación de nuestra economía, con un austero, eficiente y honesto manejo del gasto público.



Soy de derecha porque creo que, desde el Estado, debe fomentarse el ahorro privado, para recuperar al crédito como un factor fundamental del desarrollo industrial. Porque creo que los bancos deben asociarse a las empresas creativas, y no ser meros prestamistas.



Soy de derecha porque creo que el Estado y sus entidades financieras deben apoyar a la industria nacional, pero no permitir que continúe necesitando de subsidios directos o encubiertos, sino para que salgan a competir en el mundo montadas más sobre la calidad que sobre la cantidad. Porque creo en la necesidad de la protección a esa industria nacional, pero no a costa de permitir que ésta transforme al mercado interno en un coto de caza reservado.



Soy de derecha por cada una de las razones expresadas y por muchas otras, que mencionaré más adelante. Cada párrafo –el orden en que aparace no se vincula a su importancia- tiene su propia explicación y justificación, pero ello no puede ser objeto de una nota como ésta, ya demasiado larga. Pero quedo a disposición de mis lectores para discutirlas.



Mientras tanto, como dije al principio, asumo mi condición de derecha sin pudor y sin vergüenza, y espero que muchos políticos y ciudadanos imiten esta actitud adhiriendo a estas propuestas en Facebook o en el blog. Cuando se reúna el número necesario de voluntades, podremos realizar una reunión para organizarnos y llevarlas adelante.



Por la supervivencia de la Argentina, espero que sea pronto.

Bs. As., 10 Abr 11


Enrique Guillermo Avogadro

Abogado

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