“El pueblo gobierna por medio de sus representantes”. Esta disposición constitucional define imperativamente nuestra organización política y social: democrática y republicana. Ser representante del pueblo no es un compromiso superficial: es ser el mandatario responsable de cumplir la voluntad del pueblo en el gobierno del país. Es un contrato del votante con su mandatario, y si este lo viola o incumple debe ser sancionado. Las obligaciones del representante están en su plataforma política, que es la voluntad del pueblo y por la que lo votó.
Esa sensata norma es condición sine qua non del orden político e institucional de la Nación, pero es violada desde que se dictó la Constitución. Los representantes se eligen por: minorías en contubernios, caudillos, corporaciones políticas y gremiales; se pagan compensaciones por cambiar de partido o por el voto en el recinto y hay sospechas de corrupción y enriquecimiento ilícito. Se ignora al pueblo, que no delibera ni gobierna.
Una solución es: a) que el representante del pueblo debe ser elegido por más de la mitad de los votos; y si nadie lo alcanza, deben ir a segunda vuelta electoral; b) establecer distritos electorales uninominales en las provincias, atendiendo a sus distintas condiciones socio económicas. El pueblo conocerá y controlará a su representante y lo reelegirá o rechazará.
12/08/10
Dr. Marcelo Castro Corbat
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